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MUNDO
EE UU prevé golpear a Al-Qaida en Yemen
El Pentágono estudia objetivos de ataque en represalia por el fallido atentado de Detroit
31.12.09 - 02:27 - JUAN PABLO NÓBREGA
NUEVA YORK.
En medio de lo que para algunos es ya la primera crisis política seria de Barack Obama a cuenta de los flagrantes fallos de seguridad en el frustrado atentado de Detroit, Estados Unidos parece dispuesto a intensificar la presión sobre Yemen para que dé prioridad a la lucha contra Al-Qaida. Como gran argumento para seducir al acosado Gobierno del país árabe -lucha desde hace años contra dos rebeliones tribales en el norte-, la Administración demócrata sopesa un incremento sustancial de la ayuda que proporciona a Saná, desde los casi 49 millones de euros actuales a 83,6 millones en 2010.
No importa que la torpeza del nigeriano Umar Faruk Abdulmutallab en el manejo de los explosivos que llevaba ocultos en su ropa interior no produjera los letales resultados que deseaba. El intento de agresión equivale para los norteamericanos a un ataque en toda regla y por eso EE UU habla ya de lanzar sus bombardeos sobre objetivos de Al-Qaida en Yemen, según informó ayer la CNN citando a dos altos cargos del Ejecutivo Obama. La Casa Blanca respondería así con los mismos actos reflejos que movieron a Bill Clinton y George W. Bush a recurrir a su maquinaria bélica allí donde los intereses estadounidenses estaban en juego.
Los matices en esta ocasión indican que Washington lleva meses trabajando con el presidente yemení, Ali Abdullah Saleh, y fruto de esa colaboración son una serie de ataques aéreos en las últimas semanas contra bastiones de Al-Qaida. Que la relación va a ir a más no hay quien lo dude, sobre todo desde que el ministro de Exteriores, Abubakr al-Qirbi, reconociera el martes que su país no puede combatir solo a los islamistas radicales y pidiera ayuda a Occidente.
En una prueba de la rapidez con la que EE UU ha recogido el guante, la cadena de televisión también reveló que las agencias de inteligencia y los ejércitos de ambos países se hallan en estrecho contacto con el objetivo de recopilar la información para un posible ataque de represalia en cuanto Obama lo ordene. Estas conversaciones buscarían identificar posiciones de Al- Qaida en Yemen -donde se esconden entre 300 y 400 kamikazes, según Saná- y serían el resultado de un nuevo acuerdo secreto entre los dos países. Según el pacto, ambos gobiernos trabajarían conjuntamente mientras el Pentágono se encargaría de proporcionar material de inteligencia y armas a Yemen como moneda de cambio por la información necesaria para efectuar los ataques contra los extremistas.
Oficialmente, EE UU nunca ha lanzado un bombardeo aéreo en Yemen, pero algunas fuentes han indicado que las operaciones efectuadas por el Ejército de Saná contra la red de Osama bin Laden en su territorio nunca se habrían podido realizar sin apoyo externo. El convenio daría permiso al Pentágono para lanzar misiles de crucero en el espacio aéreo del país árabe, así como a utilizar aviones no tripulados contra objetivos terroristas cada vez que el Gobierno yemení lo autorice.
Prestigio en juego
En los ambientes políticos y periodísticos de EE UU el escenario que se dibuja no es muy distinto al de los momentos posteriores de otros atentados perpetrados por Al-Qaida. Aunque Obama ha calificado como «inaceptables» los fallos de inteligencia que no tuvieron en cuenta indicios claros de las pretensiones del terrorista nigeriano, su propio prestigio está en juego. La sensación para millones de norteamericanos es similar a la vivida tras el 11-S cuando supieron que sus costosos servicios secretos fueron incapaces de detectar los numerosos movimientos de las células radicales islamistas en los meses anteriores a la matanza.
En esta ocasión, Washington disponía de información precisa sobre los lugares donde había estado Abdulmutallab y cuáles eran algunos de sus planes antes de que abordara el vuelo de la Northwest-Delta, informó 'The New York Times'. Incluso el padre del terrorista africano se habría reunido con agentes de la CIA a quienes comunicó las ideas extremistas de su hijo semanas antes del fallido atentado. Pero esta información no salió de esa agencia encargada de combatir el terrorismo y, de haber ocurrido, no se le habría permitido abordar el avión. Hasta ahora, sólo se había filtrado que este influyente hombre de negocios nigeriano había hablado por teléfono con la embajada estadounidense en Lagos.
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