¡Está bien!
Si tus trenzas, perfumadas de almizcle,
rehusan mis caricias, si ese claro lunar
bajo tu mejilla rehusa mi beso...
¡está bien! Lo que está hecho,
hecho está.
Si la tormenta del amor ha destruído
la cosecha de este pobre derviche
vestido de lana; si el yugo de un rey
ha querido herir al mendigo...
¡está bien! Lo que está hecho,
hecho está.
Si mi corazón está oprimido
por el recuerdo de tus olvidos
o de tus ojos, cargados de prisas,
¡oh, mi bien amada!...
¡está bien! Lo que está hecho,
hecho está.
En la caravanera del amor
¿cómo no habría de haber corazones heridos?
¡Traéme vino!... ¡está bien! Lo que está hecho,
hecho está.
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