sábado, 5 de diciembre de 2009
¿Qué más puedo pedir?
¿Qué más puedo pedir?
¿Qué más puedo pedirle a mi destino
Que vivir siempre en tu presencia?
¿Cómo asombrarse de que asalten tu puerta
tantos adoradores? ¿En torno de las rosas
no zumban, porfiadas, las abejas?
¿Qué necesidad hay de una espada
para degollarlos, si una sola mirada
podría arrebatarles media vida?
Si mi aliento y su aliento fueran uno
¿qué sería para mí el Paraíso?
Pero ya que el destino no lo quiso
¿quién podría dar alas a mis ansias,
¡oh, mi bello ciprés! para alcanzar tu cima?
El infeliz que se ahoga ¿cómo descubriría
el medio de salvarse si un torrente de amor
lo ha arrebatado?
Si encontrara mil veces a mi amada
podría preguntar, en cada encuentro:
“¿Quién es este hombre?”
Dulce es el vino y más dulce aún
estar al lado de la amada.
A esos dos amores, Shejin, el que perdió
su corazón, será fiel para siempre.
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